El faro del azar. 3 de mayo de 2014. Casa Escópica

Días previos al 3 de mayo vino Walter Álvarez a Bahía Blanca a dibujar sobre una de las paredes de Casa Escópica e hicimos esta muestra:

Inauguración El faro del azar


Texto de Lucia Gentili
Guiados por los títulos de los trabajos de ambos artistas (“Y los parientes se enamoraban” y “Avistajes de Villa Ventana”) podemos suponer que nos encontramos frente a obras sumamente diferentes; que si bien ambos comparten el lenguaje del dibujo, no es ésta una característica lo suficientemente particular como para sortear la distancia que generan temáticas tan distintas.
Y puede que esto sea un poco así.
Hablando de diferencias.
Walter, en su dibujo mural a grafito y carbonilla (que se vincula con una serie de dibujos que viene realizando el último tiempo) indaga en su memoria, en recuerdos -propios y prestados- de avatares familiares y los amores y odios que los circundan; en el deseo de conservar una inocencia y candidez (presente en el trazo de sus línea y su letra) que se vuelven cada vez más remotas.
La familia heredada y la familia que ¿fantaseamos? construir. Vivencias del pasado, en el hogar; rodeados de gente aunque también muy solos. Escenas familiares que distan de la alegría reinante en las fotos de los festejos (en las fiestas todo es efímero y no hay tiempo para ponerse a dibujar, por eso siempre son fotos. Pero los recuerdos no nos apuran y nos dejan pasarnos al lápiz, y pensar y repensar aquellos instantes), pero que tampoco llegan a la crudeza, porque no es necesario: esas historias se tejen en silencio, se mueven por lo
bajo, pero ahí están. Las sabemos.
Massi, por su parte, inicia su serie al instalarse por varios días en Villa Ventana, a modo de residencia. Llevó lo indispensable: papel, materiales, libros, música, carpa, y algunas pocas cosas más. Una estadía, con una duración determinada, en un lugar extraño, en soledad.
Más o menos como uno de los pintores viajeros que allá por los siglos XVIII y XIX recorrían el territorio latinoamericano dejando testimonio con su lápiz y acuarelas de las novedades que veían sus ojos. Pero Massi no tiene ninguna pretensión de objetividad en sus imágenes. Por el nombre de la serie podríamos pensar en paisajes, sí. Y los hay, pero reducidos a sus rasgos mínimos, los más analíticos. Casi insinuaciones de los elementos presentes en ese entorno: vegetación, agua, aire, piedras y ondulaciones topográficas.
Son paisajes elaborados a partir de líneas, que cuando incluyen color no lo hacen a modo representativo (el azul eléctrico no separece al rojo que puede tener una sanguijuela, y cuesta pensarlo presente en el paisaje ventanero), y que no dan cuenta de una gran extensión sino que toman una pequeña porción de aquel escenario natural que Massi habitó. La serie se completa con una instalación, que poco tiene que ver con lo que a simple vista podríamos ver explorando entre los árboles de Villa Ventana, pero nos deja adentrarnos en ella y preguntarnos por su razón de ser.
Pero no es tan así.
Hablando de similitudes.
A pesar de estas diferencias los trabajos de ambos se aproximan: desde el punto de vista del lenguaje artístico, tanto Walter como Massi apelan a la simplicidad en el empleo de recursos, y los modos en que eligen representar sus escenas distan de las tradicionales representaciones de la infancia y la familia, por un lado, y el paisaje y la naturaleza, por otro. Y desde una perspectiva más amplia, ambos trabajos realizan operaciones análogas pero en sentido opuesto.
Walter está frente a los recuerdos y la familia -que funciona como metonimia de la cultura-, unidad estructural que ordena las relaciones humanas. Pero él no da cuenta del orden que esta estructura porta en oposición al caos originario sino que, por el contrario, muestra el caos existente dentro de ese orden, encarnado en el rechazo a la prohibición del incesto de la que el título da cuenta.
Massi está frente a la naturaleza (bien dirán que el sujeto nunca está realmente “frente” a la naturaleza porque cualquier forma de percepción es cultural, pero permítanme la simplificación), al paisaje, a dimensiones que exceden ampliamente la escala humana.
Y ante esta inconmensurabilidad natural, él vuelve al orden insertando en sus paisajes figuras geométricas, que no tienen un correlato real sino que habitan el mundo de las ideas y los conceptos. Pero no puede dejar de traerlas, porque no puede dejar de ser quien es y que las piedras de Villa Ventana le recuerden a esas figuras que tan apre(he)ndidas tiene.
Nos hablan del caos en el orden, de la cultura en la naturaleza. Del destino interrumpido.
Del faro en el azar.
Lucía Gentile

Entrevistas de La máquina de hacer para Casa Escópica.
Entrevista a Massi Diaz


Walter Álvarez. Y los parientes se enamoraban (detalle)
Carbonilla sobre pared. Medidas variables. 2014

Walter Álvarez. Y los parientes se enamoraban (detalle)
Carbonilla sobre pared. Medidas variables. 2014

Walter Álvarez. Y los parientes se enamoraban (detalle)
Carbonilla sobre pared. Medidas variables. 2014.

Avistajes de Villa Ventana
6 dibujos en grafito, tinta china, acuarela y acrílico sobre papel. 17,2 x 14,4 cm.
2013. 

Sin título.
Bloque de cemento y sistema de cuerdas. Medidas Variables.
2014.

Sin título.
Bloque de cemento y sistema de cuerdas. Medidas Variables.
2014.

Sin título.
Bloque de cemento y sistema de cuerdas. Medidas Variables.
2014.

Sanguijuelas rojas.
Acuarela y raíces sobre papel plegado. 17,2 x 14,4 cm.
2013.



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